Modelos de Comunidades Cooperativas, y “ciudades modelo”

Comparto con ustedes éste editorial de Diario Tiempo, escrito por Leónidas Ávila Chávez, en el que se aborda el tema de las ciudades modelo y sus implicaciones a nivel político:

 Leónidas Avila Chávez

La decisión legislativa de crear las Regiones Especiales de Desarrollo (RED), más conocidas como “ciudades modelo”, constituye un acto violatorio de la Constitución de la República al reconocerlas con autonomía, personalidad jurídica, sus propios sistemas administrativos, que pueden emitir su propia normativa y tienen su propio fuero jurisdiccional. La fragmentación del territorio nacional con el montaje de las RED es equivalente a crear un Estado sobre otro Estado.

Las “ciudades modelo” son la mejor confesión de la oligarquía nacional de su incapacidad moral y política para seguir gobernando el país. Es también una  confesión que la élite capitalista no ha gobernado para construir desarrollo, mas ha gobernado para enriquecerse desde el poder.  Tan grave es la crisis en que se ha sumergido al país, que estos oligarcas preferirán aislarse con sus socios mayores del exterior en su soñada “ciudad modelo”,  a invertir sus capitales para generar empleo digno, pagar correctamente sus impuestos  y comenzar a revertir los daños que han causado a la nación por más de un siglo de gobierno. Pero,  en el formato de las “ciudades modelo” no es la mejora del país lo que está en la mira.

Centrados en el desarrollo de nuestro país, tenemos que impulsar modelos propios, pensando en que una Honduras mejor es posible. Ese modelo  no será para entregar el territorio a  grandes traficantes y especuladores del mundo, pero sí tendrá como destinatario la dignificación de la vida de los hondureños/as. El modelo ha de servir para afianzar nuestra soberanía  y encontrarnos como hermanos en el trabajo solidario, enlazados por la solidaridad, la cooperación y la ayuda mutua. Se trata de los modelos de comunidades cooperativas.

Para impulsar estos modelos no tenemos que inventar el agua tibia. Ya nuestra historia cercana nos presenta valiosas experiencias, algunas de las cuales fueron destruidas por los cuerpos de seguridad del mismo Estado. Nadie puede negar el modelo de comunidad cooperativa de Isletas, donde los trabajadores, asumiendo la filosofía de un sistema incluyente, solidario y de equidad distributiva, dirigían de modo autogestionario su empresa y generaban sus propias fuentes de trabajo,  tenían sus propios mecanismos de abastecimiento, su mercado y sus  servicios; y soñaban con desarrollar más su modelo de economía solidaria. Lamentablemente, a los ojos de la oligarquía y la transnacional bananera aquello no encajaba en el esquema de su modelo concentrador y excluyente. Habría que destruirlo.  No podían tolerar que los trabajadores desde su propia gerencia  demostraran un altísimo  grado de eficiencia y eficacia. El tristemente célebre Gustavo Alvarez Martínez se entrenó asesinando a los dirigentes del modelo Isletas. Después, el gobierno de Callejas, con el visto bueno del entonces Director del  Instituto Nacional Agrario, facilitaron su venta a la gran empresa transnacional bananera, pasando los trabajadores de su condición de dueños y  protagonistas de aquel  modelo de comunidad cooperativa, a ser asalariados de la misma transnacional.

Otro  modelo de comunidades cooperativas ha sido el del Aguán, de inspiración solidaria y con fundamento en la economía social, integrado por un poco  más de 53 empresas cooperativas y asociativas campesinas.  Convertidas en verdaderos modelos comunitarios de desarrollo integral, dominaron las relaciones económicas de la zona, coexistiendo con formas capitalistas de producción. Pero, otra vez el Estado  se encargó de destruirlas facilitando la venta de sus activos estratégicos, después de haber sido su impulsor. Con justicia la nueva generación campesina  está recuperando su herencia patrimonial y con ello, la esperanza de recuperar aquel modelo de economía social concretado en la gestión de comunidades cooperativas.

Otros modelos similares se han desarrollado en el país, y lo mejor, con familias que lograron superar la pobreza. El Estado fue su impulsor y en varios casos, también su destructor.

No a las “ciudades modelo”. Sí a las experiencias culturales de nuestro pueblo.

¿Ciudades Modelo o ciudades alquiladas?

Revisando uno de los diarios locales me encontré con éste interesante artículo escrito por don Aníbal Delgado Fialos sobre las «Ciudades Modelo»

La caracterización final que hace sobre el tema es más que clara:

 «Aceptar “al chilazo” una propuesta de esta naturaleza  dice mucho de un gobierno; habla sobre todo de su carencia de planes, de su propensión a la improvisación, de una lamentable falta de compromiso con los intereses del país, porque atarse a proyectos de pompas de jabón como este que promete resultados encantadores a la vuelta de la esquina no es de gobiernos con un serio respaldo científico técnico.»

http://laprensa.hn/Secciones-Principales/Opinion/Columnas/Ciudades-modelos-o-alquiladas

Los populistas llegaron ya y llegaron bailando el «Súmate, súmate»

En diversos medios de comunicación, el actual alcalde del Distrito Central y pre-candidato a la presidencia por el partido Nacional, Ricardo Álvarez anunció como promesa de campaña que ampliará a doce mil el actual bono diez mil del gobierno del también nacionalista Porfirio Lobo, como también que ampliaría su cobertura.

Parece que Álvarez ha utilizado de forma sarcástica su lema de «Salvemos Honduras». Las arcas del Estado están en crisis, atraviesa un fuerte endeudamiento, la economía nacional tiene un pobre crecimiento. ¿De dónde piensa obtener Álvarez el dinero para cumplir con semejante compromiso? Según el, mejorará la recaudación tributaria, pero considerando la fuerte crisis económica que atraviesa el Estado, no creo que esto baste para cumplir con esos compromisos.

Lo más probable es que ponga a funcionar más rápido la maquinita de producir billetes, contribuyendo a la inflación y la devaluación de la moneda, ya que este dinero no estará respaldado por capital ni será transformado en capital de forma directa porque será destinado al consumo. Medidas de este tipo fomentan el clientelismo político y no solucionan los problemas de la población, en su lugar los agravan.

Si de verdad desea resolver los problemas de la población debe atacar la especulación de precios y lograr que los productores vendan a precios justos, atacando a las cadenas de intermediarios. Debe combatir a la extorsión, que está haciendo que la economía se contraiga. Debe legislar para que los trabajadores sean remunerados y sus derechos laborales sean respetados.

Y si en verdad logra obtener esos fondos, sin necesidad de recurrir a imprimir dinero, destinelos a la producción organizando empresas asociativas tanto en el agro como en las zonas urbanas, para que se genere empleo y más oportunidades. Con confites no resuelve nada, a la larga tanta azúcar provocará una terrible diabetes,

A propósito del 15 de septiembre: sobre la cuestión nacional.

En el mundo capitalista de hoy es imposible vivir fuera de la jurisdicción
de los Estados-Nación, incluso en regiones tan inhóspitas como el Ártico y
la Antartida. El mundo se encuentra parcelado, dividido por las fronteras
de los Estados-Nación. Cada parcela, a lo largo de su proceso histórico,
se ha constituido en un sisun-mundo-sin-fronteras-2tema relativamente cerrado, dentro del cual
diversos grupos humanos que han construido su historia y forjado su
caracter.

Las fronteras nacionales son los límites para la acción de las
instituciones políticas, dentro de los cuales ejercen su jurisdicción. Las
instituciones políticas surgen y evolucionan de acuerdo con las relaciones
dialécticas entre opresores y oprimidos, de tal modo que su estudio
permite asimilar el estadio de madurez de las luchas de clases que se
desarrollan en este punto.

Pese a que tradicionalmente se nos enseña el concepto de pueblo como ente
representativo de la totalidad social, lo cierto es que dentro de un
Estado-Nación, lo que se llama pueblo enmascara una realidad: la lucha de
clases. Yendo más allá del concepto "pueblo," podremos identificar que
éste, lejos de ser un ente homogéneo, en realidad es heterogéneo y está
conformado por clases sociales que conviven de forma interdependiente.
Cuando hablamos de clases sociales, no lo hacemos dentro de la lógica del
estructuralismo, que identifica unas clases sociales de acuerdo con
criterios relativamente arbitrarios como la riqueza y el estatus; cuando
nos referimos a clases sociales, lo hacemos bajo la consideración de que
la diferencia más relevante y definitoria del papel de un individuo en una
sociedad, radica en las diferentes formas en que éste se incorpora al
proceso productivo.

En este sentido es muy precisa la definición realizada por Lenin cuando
afirma que “las clases son grandes grupos de hombres que se diferencian
entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social
históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran con
respecto a los medios de producción (relaciones que las leyes refrendan y
formulan en gran parte), por el papel que desempeñan en la organización
social del trabajo, y, consiguientemente, por el modo y la proporción en
que perciben la parte de la riqueza social de que disponen. Las clases son
grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse el trabajo de otro por
ocupar puestos diferentes en un régimen determinado de economía social.”

De lo anterior se concluye que las clases sociales son grupos antagónicos,
que, forzosamente se ven enfrentados por la obtención de la riqueza
social, ya que en primera  instancia ven limitada o potenciada su
obtención según sean dueños o no de los medios con los que se las produce,
ya que esto determina que lugar pueden ocupar dentro de la organización
social del trabajo.   A esto es lo que se conoce como lucha de clases.

Las clases sociales necesitan una de la otra para poder existir. Esta
relación de interdependencia las une en relación con su proceso histórico,
formando así una comunidad de destino que forja su propio caracter. En la
era capitalista, este proceso histórico por lo general se circunscribe
dentro de las barreras de los Estados nacionales, haciendo con ello que en
cada espacio geográfico delimitado por fronteras nacionales, ocurran
procesos históricos y sociales con una dinámica propia, puesto que estas
fronteras actúan como obstáculo para la ampliación de los procesos
histórico-sociales a una escala más general.

Donde quiera que haya lucha de clases existirá la influencia de un Estado.
Los estados son expresión viva de la lucha de clases, por cuanto
representa a la forma organizada de la clase opresora, la que es dueña de
los medios para producir, y por medio de esta organización social ejerce
su poder, su política sobre las clases oprimidas.

Las luchas de clases al desarrollarse bajo límites histórico geográficos
relativamente estrechos, encerrados sus acontecimientos por fronteras y al
hacer evolucionar unas instituciones sociales, económicas y políticas
dentro de su propia lógica y dentro de sus propios límites, bajo la
dialéctica entre la coacción del estado y el espíritu combativo de las
clases oprimidas, la forma dinámica en que por un lado las clases
dominantes difunden su ideología a la vez que las clases dominadas luchan
contra su control, todo ello genera un pasado común entre las personas,
que a lo largo del tiempo constituye en éstas un caracter común. Bajo esta
concepción, el socialdemócrata alemán Otto Bauer definió el concepto de
nación como "el conjunto de los hombres ligados por una comunidad de
destino en una comunidad de caracter."

Cuando se refiere a los hombres ligados por una comunidad de destino, es
para denominar a la experiencia común producto de la interacción continua
entre los hombres y su acción conjunta, a la forma en que estos comparten
los cambios.  Durante esta interacción continua, de lucha y unidad,
comienza a forjarse el caracter colectivo, comprendido por la cultura, el
espíritu y una noción de interdependencia colectiva.

Las fronteras nacionales no surgieron de la nada ni existen por si mismas.
Son el resultado de siglos de evolución histórica. Los Estados-Nación
nacieron de un largo proceso de conquistas, colonización, guerras, luchas
separatistas, desarrollo tecnológico y lucha de clases. Por siglos, las
clases dominantes de cada región se han reclamado para si lo territorios
en cuestión debido a su importancia económica, su posición estratégica
para el comercio y sus bondades para defenderse en caso de invasiones y
guerras. Tras ese largo y continuo proceso de desarrollo histórico, las
clases dominantes han perfeccionado al Estado como instrumento de
dominación hacia las clases dominadas y como instrumento para ejercer la
acción colectiva, la explotación y la defensa de sus dominios. Los
Estados-Nación modernos nacen de esta lógica: diferentes grupos sociales
se han asentado en determinados espacios geográficos, conviven entre si y
con el tiempo esta convivencia surgió ese caracter común que les dará la
cohesión posterior. Dentro de estos grupos sociales encontramos clases
sociales, donde las clases dominantes crean al Estado como instrumento de
dominación contra las clases que explotan, como instrumento de defensa de
sus poseciones frente a las clases dominantes de otras regiones. Y no solo
entre clases dominantes.

Hoy día, las migraciones provocadas por la necesidad de trabajo o de
trabajos mejor remunerados y la búsqueda de oportunidades ha dado como
resultado la movilización de masas de trabajadores buscando atravesar las
fronteras de los Estados-Nación, trayendo consigo una competencia entre
trabajadores locales e inmigrantes y los consecuentes conflictos entre
ellos, cuya expresión más clara suele ser la xenofobia, lo que sirve de
caldo de cultivo para que las clases dominantes siembren en ellas la
semilla de la ideología del nacionalismo, a la que posteriormente sacan
provecho para justificar sus guerras y movilizar a los explotados a
aniquilarse entre sí.

A una escala más amplia, las clases dominantes de cada región compiten
entre si por la obtención de los recursos que les son necesarios para
lograr su desarrollo económico, lo que hace evidente la necesidad de
protegerlos unas de las otras. De esta necesidad nace el concepto de
soberanía. Por un lado soberanía frente a los Estados extranjeros para
poder explotar y administrar sus propios dominios; por otro lado,
soberanía ante si mismos, en el sentido que de entre las clases dominantes
no puede haber un sector que se proclame a si mismo como gobernante
supremo. A nivel de Estado-Nación existen diferentes clases dominantes,
prevaleciendo en el capitalismo la burguesía y los terratenientes, pero
entre esas clases existen sectores económicos que rivalizan entre si
debido a las contradicciones propias del sistema productivo y por la
obtención de los recursos a explotar. Para solventar esta rivalidad, nace
el sistema democrático moderno, que cumple dos funciones elementales. Una,
es lograr un consenso entre las diferentes clases y sectores a fin de
poner en marcha aquellos programas que les sean benignos a su desarrollo.
La otra, es dar legitimidad al sistema político y al modo de producción
que lo sostiene, frente a las demás clases sociales, particularmente a las
clases explotadas, a las que ofrece una vana ilusión de libertad y
pertenencia.

En este contexto, el nacionalismo hondureño es el resultado de una
historia común en una región común, delimitada por accidentes geográficos.
Una historia común que se remonta a la colonización española, las
proto-invasiones inglesas, el neo-colonialismo estadounidense, las crisis,
los desastres naturales, las guerras, una cultura forjada por siglos de
convivencia. Para los explotados no hay un Estado-Nación, solo hay una
nación.  Cuando hablamos de defender la "patria", en verdad no estamos en
la defensa de algo que nos sea propio, porque hemos de  considerar que
casi todo lo que está en ella es propiedad privada de las clases
dominantes, quedándonos únicamente, a lo sumo, nuestro pedazo de hogar y
posesiones personales. De los 112,492 Km2 de la actual Honduras, la mayor
parte está en manos de terratenientes y transnacionales ¿Honduras es de
todos?

El sentido de pertenencia, tanto a la tierra como a la sociedad, ha sido
explotada por las clases dominantes durante siglos, bajo la ideología del
nacionalismo. Mediante el nacionalismo, las clases dominantes de las
diversas regiones, fomentan el odio entre los explotados hacia los
habitantes de otra(s) región(es) con el fin de movilizarlas en labores de
defensa y/o conquista de otros territorios para apropiarse de sus
recursos. Al respecto, en palabras del filósofo francés Jean Paul Sartre,
"cuando los ricos se hacen la guerra, son los pobres los que mueren";
millones de personas han muerto y siguen muriendo en defensa y lucha de lo
que creen es una causa propia, alentados por el nacionalismo, sin embargo,
siempre han sido las guerras de otros, de los sectores dominantes
combatiendo entre si por la disputa de territorios y recursos
estratégicos. Pese a toda esa gallardía, vemos que no se exhibe el mismo
interés ni la misma entrega cuando se les arrebata lo que en realidad si
les pertenece. La ideología que impera alrededor de la propiedad privada
sobre los medios de producción está impregnada con tanta fuerza, que en
los períodos de ascenso revolucionario no vemos el mismo ahínco que si
vemos en las guerras.

El nacionalismo es una ideología que fomenta el apego, la pertenencia...
el amor en los explotados hacia quienes les oprimen. Fomenta el odio hacia
quienes están en su misma condición de explotados, tan solo separados por
una frontera. Sobre este punto, León Trotsky expresó que "el patriotismo
es la principal parte de la ideología mediante la cual la burguesía
envenena la conciencia de clase de los oprimidos y paraliza su voluntad
revolucionaria, porque patriotismo significa sujeción del proletariado a
la nación, tras la cual está la burguesía".

Las clases explotadas deben romper ese cordón umbilical llamado
nacionalismo. Deben forjar continuamente con las clases explotadas del
mundo en pro de su liberación. La unidad en la lucha y la interacción hará
posible que se cree entre ellas un caracter social común, dará una mayor
cohesión y una mayor fuerza en la lucha contra la explotación.

Las clases dominantes, a través de sus Estados, han creado instituciones
de caracter internacional para dirimir sus conflictos y luchar unidos
cuando sus intereses de clase se ven amenazados, como claramente el caso
de Cuba lo puede ilustrar. Las clases explotadas necesitan urgentemente su
equivalente, a fin de enfrentarse unidas contra la unidad de los
capitalistas. La internacional ha sido, es y será una necesidad; sólo
luchando unidos se podrá romper las ataduras del nacionalismo y se logrará
avanzar hacia un mundo sin explotación.

Cerraré parafraseando una canción del músico y compositor Mario de Mezapa:
esa patria no es tuya hombre, también es de tu patrón.

Apuntes sobre el nacionalismo

Cada año, con la proximidad del 15 de septiembre, fecha en que se celebra en Honduras la independencia política respecto a España, me asaltan la misma inquietud: ¿Es racional el patriotismo? En esta ocasión trataré de plasmar algunas ideas generales que a lo largo de los años he formulado al respecto.

Los seres humanos, en tanto individuos sociales, nos desenvolvemos bajo un espacio geográfico, un contexto histórico y un entorno social. Todos estos elementos son necesarios para el pleno desarrollo del individuo y las sociedades en general. Es indudable que necesitamos de un espacio geográfico que nos provea de los recursos naturales necesarios para nuestra subsistencia, sobre los cuales debe obrar el trabajo humano. Además, nuestra estadía sobre un determinado territorio genera toda una serie de transformaciones sobre éste, nos transformamos y nos hacemos uno con el, en la medida en que nuestro pasado  y nuestro futuro están continuamente impregnados por las experiencias histórico-sociales que sobre él adquirimos. Finalmente, nuestro caracter social constituye un elemento importante en nuestra asimilación hacia el entorno territorial en el que nos desenvolvemos, ya que gracias a este caracter es que nos es posible tener una noción de nosotros mismos, de nuestra historia y nuestro futuro.

En este sentido, dentro de los espacios geográficos encontramos tres recursos económicos distintos: naturales, tecnológicos e intelectuales. Los naturales se refieren a las materias primas, la tierra, el agua, el aire, etc. Los recursos tecnológicos se refieren a las herramientas, máquinas y demás útiles que el ser humano desarrolla para producir. Los recursos intelectuales son los conocimientos acumulados por una sociedad, con los cuales les es posible transformar la naturaleza mediante el trabajo humano y desarrollar la tecnología necesaria para este fin, así como también la comprensión de sus usos e implicaciones.

Con el tiempo, las sociedades humanas desarrollan un fuerte apego hacia los espacios geográficos en los que se desenvuelven, y esto es por una razón muy práctica: con el tiempo transformamos nuestro entorno para adecuarlo a nuestras necesidades, nos transformamos para adaptarnos a nuestro entorno, y, además, sobre este entorno se acumula conocimiento y trabajo en función de que el trabajo que sobre éste recae genera nuevos conocimientos que permiten la evolución de las sociedades.

Las sociedades humanas, hasta el presente, interactúan entre si de forma dialéctica: intercambian recursos mientras compiten entre ellos. Esto plantea una dicotomía ¿Pagar o saquear? De esta dicotomía nacen dos fenómenos tan distintos como similares: el comercio y la guerra. Distintos, porque los mecanismos que utilizan son diferentes entre si; similares, porque su fin es el mismo: tomar ventaja del otro y saquearlo. En ese sentido, toma sentido la expresión realizada por Karl Marx: El motor de la historia es la lucha de clases.

Si bien el nacionalismo es una expresión relativamente nueva en la historia humana, el sentimiento de apego a la tierra y de pertenencia al entorno social data de tiempos inmemoriales, justamente porque  dentro de nuestros límites geográficos es de donde obtenemos nuestros medios de vida y de nuestro entorno social es de donde obtenemos nuestros conocimientos. Este hecho toma al nacionalismo expresión teórica, con el cual las sociedades modernas reinvindicarán su soberanía sobre los territorios reclamados como propios y manifestarán su anhelo de perpetuidad al buscar mantener la vigencia de sus culturas frente a la interacción cada vez más estrecha con otras sociedades. Esto se manifiesta bajo la forma de patriotismo, como un sentimiento por el cual un ser humano se siente ligado a su tierra por unos determinados valores y cultura.

Estas son tan solo unas ideas sueltas y, por tanto, deben considerarse como un vago análisis. Necesitaré más tiempo para darle una forma acabada. Feliz 15 de septiembre a todos los patriotas de Honduras. En mi descargo, debo decir que soy anti-nacionalista y anti-patriota, en otra ocasión explicaré por qué.

La política en Honduras: mismo árbol, mismos frutos.

Estamos a las puertas de un evento estacional, que en Honduras se produce cada cuatro años. Si bien los frutos cambian de color según como esté la temporada, lo cierto es que suelen tener un sabor muy similar entre ellos, uno que se caracteriza por una tenue insipidez que se convierte en un agrio escandaloso. El proceso de elecciones en Hoduras se asemeja al popular Chavo del 8: Si bien todos los episodios se basan en los mismos argumentos, son tan eficaces que aún tras tantos años la gente se divierte al verlo.

Con las elecciones en Honduras ocurre algo interesante: cada cuatro años, los votantes suelen olvidar el pasado, como en la película protagonizada por Adam Sandler y Drew Barrymore Como si fuera la primera vez. De la misma forma en que la chica pierde la memoria al dormir, de la misma forma los votantes pierden la memoria durante el periodo que precede a las elecciones. Por otro lado, los políticos actúan tal cual señor Roth:  cada día seducen a los votantes, tan faltos de memoria, que al final el encuentro entre ambos finaliza en romance.

Pese a que constantemente nos quejamos del sentir, pensar y actuar de los políticos en general, botamos nuestras quejas para ir a votar. A la larga nos gusta quejarnos, porque desde el primer día de gobierno comienza el ciclo de quejas.

Otro fenómeno que caracteriza al proceso electoral en Honduras es la falta de propuestas. Prestemos atención a las campañas actuales ¿Qué propuestas tenemos? He de decir que las propuestas redundan en lo mismo: asegurar el triunfo del partido del candidato (o candidata). Ahora bien, asumiendo que esto tiene sentido ¿qué ganamos con ello? Por si mismo ¿es el triunfo de un partido la garantía de una mejora en nuestras condiciones de vida?

Por años hemos sostenido una cultura política caracterizada por el triunfalismo: no importa cuántos candidatos sean, en los números todos dicen ganar, y la gente busca inclinarse por quien más les convenza que ganará. Poca atención se le presta al contenido de las propuestas. Perdón, olvidé que no las hay.

Debo hacer énfasis en esto último: no hay propuestas políticas. El que un candidato prometa trabajo, seguridad, salud, un puente donde ni siquiera hay ríos, etc no significa que tenga propuestas. Para que una promesa se convierta en propuesta hace falta algo: el justificar y explicar la forma en que la promesa se cumplirá.

Ya entramos a la nueva temporada, en dos años sabremos de que color será el fruto. ¿Cambiará el sabor? Sigo dudándolo. A menos que sembremos otro árbol, los frutos no cambiarán de sabor… es como pedirle peras al olmo.

Desechos verdes para una vida verde

Es una práctica común en muchos hogares la limpieza de patios y jardines. Lastimosamente la mayor parte de estos desechos, que suelen ser ramas y hojas, terminan siendo quemados y en el mejor de los casos, enviados a los vertederos. Estamos desperdiciando el potencial de estos desechos, ya que pueden servir de abono para la agricultura y la jardinería.

Las municipalidades de varias ciudades de Honduras también tienen como práctica el mantenimiento de sus áreas verdes en carreteras, parques y áreas de recreación. También estos desechos terminan en los vertederos de basura, mezclandose con sustancias tóxicas y produciendo metano durante su descomposición.


En Ciudad del Cabo, Sudáfrica, se ha implementado un interesante programa de manejo de desechos verdes, produciendo un abono orgánico llamado Compost. De esta forma, en lugar de podrirse y generar metano, estos desechos se aproechan para producir abono orgánico para la agricultura. Con ello se solucionan varios problemas: se reduce el tamaño de los vertederos, se evita la producción de metano (cuyo efecto invernadero es superior al del dióxido de carbono) y se sustituyen los fertilizantes químicos por abonos naturales amigables con el medio ambiente.

Cambio Climático: Perspectivas locales a nivel energético.

Iniciamos el siglo XXI con un enorme reto sobre nuestra espalda: contrarrestar el cambio climático. Las transformaciones que trajo consigo la revolución industrial hace unos tres siglos vinieron acompañadas de un efecto indeseable: la contaminación y una transformación profunda en los ecosistemas del planeta.

El territorio de lo que se conoce como Honduras sufrió fuerte transformaciones en sus ecosistemas debido a la contaminación, la sobre explotación de recursos forestales y minerales, lo que ha traido graves consecuencias para los seres humanos que la habitan. La deforestación y contaminación de las fuentes de agua ha traido como resultado problemas de abastecimiento de agua potable, mayor vulnerabilidad frente a las inundaciones, sequías cada vez más severas, erosión de los suelos y su consecuente impacto económico.
Para nuestra sociedad esto implica una serie de desafíos. Cabe resaltar que para tener éxito frente a estos desafíos se necesita de un esfuerzo coordinado a nivel de las diferentes estructuras políticas y sociales. Además se hacen falta políticas públicas orientadas a resolver estos problemas y de un fuerte compromiso de nuestra parte para velar su pleno cumplimiento.

Honduras enfrenta un enorme déficit energético, que durante las últimas décadas a sido remendado a través de la incorporación de la energía eléctrica a base de petróleo, debido a su rentabilidad como negocio, su bajo costo de inversión inicial en comparación con otras alternativas verdes y a la falta de un plan energético de largo plazo (quizá favorecido por lo anterior). Sin embargo, para la mayoría de la ciudadanía esto ha desembocado en un elevado coste de la energía eléctrica debido al alza en los precios del petróleo en el mercado mundial, a la especulación generada por los dueños de las térmicas y al coste irracional al que el Estado compra esta energía a través de la ENEE. Además, a lo anterior debe sumarse el fuerte impacto ambiental debido a la emisión de gases de efecto invernadero que produce este sistema de generación de energía eléctrica y sus repercusiones sobre el cambio climático.

Por ello es necesario dar un diro hacia energías  verdes, baratas y limpias. Existe una amplia gama de soluciones verdes y el Estado de Honduras junto con organismos y países cooperantes ha dado pasos importantes en aras de adoptar estas soluciones de generación energía, particularmente la hidroeléctrica, eólica y, en menor medida, la energía solar.

La energía hidroeléctrica suele ser la primera en saltar a la mesa. Pero, hay un pero. La energía hidroeléctrica deja de ser verde cuando se la utiliza a gran escala, a través de las grandes represas. Las grandes represas suelen tener un alto costo social y un fuerte impacto sobre los micro-clima y los ecosistemas vecinos. Sobre este tema, la Comisión Mundial de Represas concluye que «las represas han hecho una contribución importante y significativa al desarrollo humano, y han sido considerables los beneficios derivados de ellas. En demasiados casos se ha pagado un precio inaceptable y a menudo innecesario para conseguir dichos beneficios, en especial en términos sociales y ambientales, por las personas desplazadas, por las comunidades aguas abajo, por los contribuyentes y por el medio ambiente natural».

Debido a esto, quizá la alternativa sean los micro-proyectos, que utilizan caudales menores y tienen un impacto despreciable sobre el cauce y la cuenca de los ríos y arroyos. En Nepal se han estado haciendo una serie de proyectos bajo este concepto, que son muy alentadores, especialmente para la electrificación de areas rurales. Sin embargo, este tipo de proyectos, por si mismos, tienen serias limitaciones para cubrir altas demandas de energía eléctrica como las requeridas por la gran industria de las ciudades. Así, la energía hidroeléctrica genera grandes dilemas, porque por un lado los grandes proyectos tienen un coste social y ambiental muy considerable, y por otro lado, los micro-proyectos no se dan abasto para la demanda de energía de la industria.

Una alternativa esperanzadora es la energía eólica, sobre la que Honduras ya ha dado un gran paso al comenzar a generar 68 Mw (serán 102 Mw cuando esté completamente terminado el proyecto) mediante esta tecnología y se espera que con el éxito de este proyecto se expandan las inversiones en este campo. Otra alternativa a considerar es la energía solar, especialmente en el sector residencial, pero lastimosamente su costo inicial es muy alto, aunque esto podría cambiar en el futuro gracias a las investigaciones que están revolucionando los métodos de obtención de energía solar con materiales más baratos y de mejor rendimiento, empleando la sabiduría de la naturaleza.

La solución a futuro parece ser un complejo muy variado de formas de producción de energía, cada una en función de las potencialidades de las regiones y de las necesidades de las personas.

Debemos tomar en cuenta que el problema de la energía, no solo se trata de abastecer la demanda, también es necesario poner cota a la misma. Honduras debe dar pasos importantes, debido a al gran derroche de energía. Se necesitan políticas públicas y una legislación que velen por una mayor eficiencia energética en la industria y en el sector residencial. Gran parte de la industria honduraña opera bajo condiciones de extremo derroche de energía porque por un lado gran parte de esta industria no paga el coste real de la energía eléctrica que consume, lo que inhibe el interés por el ahorro, como también debido a la obsolesencia de los equipos con que operan o por la selección inadecuada de los requerimientos y funcionalidades de los mismos. Por su parte, en el sector residencial no existe una educación adecuada de como usar la energía eléctrica ni se hace el énfasis suficiente en la necesidad del ahorro de energía.

Como sociedad enfrentamos un serio desafío, de cuyo éxito puede depender incluso nuestra propia existencia. Ya comenzamos a sentir las consecuencias del cambio climático, solo cambiando nuestra actitud podremos intentar revertir el cambio climático. Aún estamos a tiempo.

Sobre la justicia…

Por ahí ponen en duda la ceguera de la justicia. Sin embargo, no la pongo en duda. La justicia muestra su ceguera haciéndose de la vista gorda ante el sufrimiento de las víctimas frente al actuar de la injusticia.