En el mundo capitalista de hoy es imposible vivir fuera de la jurisdicción de los Estados-Nación, incluso en regiones tan inhóspitas como el Ártico y la Antartida. El mundo se encuentra parcelado, dividido por las fronteras de los Estados-Nación. Cada parcela, a lo largo de su proceso histórico, se ha constituido en un sistema relativamente cerrado, dentro del cual diversos grupos humanos que han construido su historia y forjado su caracter. Las fronteras nacionales son los límites para la acción de las instituciones políticas, dentro de los cuales ejercen su jurisdicción. Las instituciones políticas surgen y evolucionan de acuerdo con las relaciones dialécticas entre opresores y oprimidos, de tal modo que su estudio permite asimilar el estadio de madurez de las luchas de clases que se desarrollan en este punto. Pese a que tradicionalmente se nos enseña el concepto de pueblo como ente representativo de la totalidad social, lo cierto es que dentro de un Estado-Nación, lo que se llama pueblo enmascara una realidad: la lucha de clases. Yendo más allá del concepto "pueblo," podremos identificar que éste, lejos de ser un ente homogéneo, en realidad es heterogéneo y está conformado por clases sociales que conviven de forma interdependiente. Cuando hablamos de clases sociales, no lo hacemos dentro de la lógica del estructuralismo, que identifica unas clases sociales de acuerdo con criterios relativamente arbitrarios como la riqueza y el estatus; cuando nos referimos a clases sociales, lo hacemos bajo la consideración de que la diferencia más relevante y definitoria del papel de un individuo en una sociedad, radica en las diferentes formas en que éste se incorpora al proceso productivo. En este sentido es muy precisa la definición realizada por Lenin cuando afirma que “las clases son grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de producción (relaciones que las leyes refrendan y formulan en gran parte), por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo, y, consiguientemente, por el modo y la proporción en que perciben la parte de la riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse el trabajo de otro por ocupar puestos diferentes en un régimen determinado de economía social.” De lo anterior se concluye que las clases sociales son grupos antagónicos, que, forzosamente se ven enfrentados por la obtención de la riqueza social, ya que en primera instancia ven limitada o potenciada su obtención según sean dueños o no de los medios con los que se las produce, ya que esto determina que lugar pueden ocupar dentro de la organización social del trabajo. A esto es lo que se conoce como lucha de clases. Las clases sociales necesitan una de la otra para poder existir. Esta relación de interdependencia las une en relación con su proceso histórico, formando así una comunidad de destino que forja su propio caracter. En la era capitalista, este proceso histórico por lo general se circunscribe dentro de las barreras de los Estados nacionales, haciendo con ello que en cada espacio geográfico delimitado por fronteras nacionales, ocurran procesos históricos y sociales con una dinámica propia, puesto que estas fronteras actúan como obstáculo para la ampliación de los procesos histórico-sociales a una escala más general. Donde quiera que haya lucha de clases existirá la influencia de un Estado. Los estados son expresión viva de la lucha de clases, por cuanto representa a la forma organizada de la clase opresora, la que es dueña de los medios para producir, y por medio de esta organización social ejerce su poder, su política sobre las clases oprimidas. Las luchas de clases al desarrollarse bajo límites histórico geográficos relativamente estrechos, encerrados sus acontecimientos por fronteras y al hacer evolucionar unas instituciones sociales, económicas y políticas dentro de su propia lógica y dentro de sus propios límites, bajo la dialéctica entre la coacción del estado y el espíritu combativo de las clases oprimidas, la forma dinámica en que por un lado las clases dominantes difunden su ideología a la vez que las clases dominadas luchan contra su control, todo ello genera un pasado común entre las personas, que a lo largo del tiempo constituye en éstas un caracter común. Bajo esta concepción, el socialdemócrata alemán Otto Bauer definió el concepto de nación como "el conjunto de los hombres ligados por una comunidad de destino en una comunidad de caracter." Cuando se refiere a los hombres ligados por una comunidad de destino, es para denominar a la experiencia común producto de la interacción continua entre los hombres y su acción conjunta, a la forma en que estos comparten los cambios. Durante esta interacción continua, de lucha y unidad, comienza a forjarse el caracter colectivo, comprendido por la cultura, el espíritu y una noción de interdependencia colectiva. Las fronteras nacionales no surgieron de la nada ni existen por si mismas. Son el resultado de siglos de evolución histórica. Los Estados-Nación nacieron de un largo proceso de conquistas, colonización, guerras, luchas separatistas, desarrollo tecnológico y lucha de clases. Por siglos, las clases dominantes de cada región se han reclamado para si lo territorios en cuestión debido a su importancia económica, su posición estratégica para el comercio y sus bondades para defenderse en caso de invasiones y guerras. Tras ese largo y continuo proceso de desarrollo histórico, las clases dominantes han perfeccionado al Estado como instrumento de dominación hacia las clases dominadas y como instrumento para ejercer la acción colectiva, la explotación y la defensa de sus dominios. Los Estados-Nación modernos nacen de esta lógica: diferentes grupos sociales se han asentado en determinados espacios geográficos, conviven entre si y con el tiempo esta convivencia surgió ese caracter común que les dará la cohesión posterior. Dentro de estos grupos sociales encontramos clases sociales, donde las clases dominantes crean al Estado como instrumento de dominación contra las clases que explotan, como instrumento de defensa de sus poseciones frente a las clases dominantes de otras regiones. Y no solo entre clases dominantes. Hoy día, las migraciones provocadas por la necesidad de trabajo o de trabajos mejor remunerados y la búsqueda de oportunidades ha dado como resultado la movilización de masas de trabajadores buscando atravesar las fronteras de los Estados-Nación, trayendo consigo una competencia entre trabajadores locales e inmigrantes y los consecuentes conflictos entre ellos, cuya expresión más clara suele ser la xenofobia, lo que sirve de caldo de cultivo para que las clases dominantes siembren en ellas la semilla de la ideología del nacionalismo, a la que posteriormente sacan provecho para justificar sus guerras y movilizar a los explotados a aniquilarse entre sí. A una escala más amplia, las clases dominantes de cada región compiten entre si por la obtención de los recursos que les son necesarios para lograr su desarrollo económico, lo que hace evidente la necesidad de protegerlos unas de las otras. De esta necesidad nace el concepto de soberanía. Por un lado soberanía frente a los Estados extranjeros para poder explotar y administrar sus propios dominios; por otro lado, soberanía ante si mismos, en el sentido que de entre las clases dominantes no puede haber un sector que se proclame a si mismo como gobernante supremo. A nivel de Estado-Nación existen diferentes clases dominantes, prevaleciendo en el capitalismo la burguesía y los terratenientes, pero entre esas clases existen sectores económicos que rivalizan entre si debido a las contradicciones propias del sistema productivo y por la obtención de los recursos a explotar. Para solventar esta rivalidad, nace el sistema democrático moderno, que cumple dos funciones elementales. Una, es lograr un consenso entre las diferentes clases y sectores a fin de poner en marcha aquellos programas que les sean benignos a su desarrollo. La otra, es dar legitimidad al sistema político y al modo de producción que lo sostiene, frente a las demás clases sociales, particularmente a las clases explotadas, a las que ofrece una vana ilusión de libertad y pertenencia. En este contexto, el nacionalismo hondureño es el resultado de una historia común en una región común, delimitada por accidentes geográficos. Una historia común que se remonta a la colonización española, las proto-invasiones inglesas, el neo-colonialismo estadounidense, las crisis, los desastres naturales, las guerras, una cultura forjada por siglos de convivencia. Para los explotados no hay un Estado-Nación, solo hay una nación. Cuando hablamos de defender la "patria", en verdad no estamos en la defensa de algo que nos sea propio, porque hemos de considerar que casi todo lo que está en ella es propiedad privada de las clases dominantes, quedándonos únicamente, a lo sumo, nuestro pedazo de hogar y posesiones personales. De los 112,492 Km2 de la actual Honduras, la mayor parte está en manos de terratenientes y transnacionales ¿Honduras es de todos? El sentido de pertenencia, tanto a la tierra como a la sociedad, ha sido explotada por las clases dominantes durante siglos, bajo la ideología del nacionalismo. Mediante el nacionalismo, las clases dominantes de las diversas regiones, fomentan el odio entre los explotados hacia los habitantes de otra(s) región(es) con el fin de movilizarlas en labores de defensa y/o conquista de otros territorios para apropiarse de sus recursos. Al respecto, en palabras del filósofo francés Jean Paul Sartre, "cuando los ricos se hacen la guerra, son los pobres los que mueren"; millones de personas han muerto y siguen muriendo en defensa y lucha de lo que creen es una causa propia, alentados por el nacionalismo, sin embargo, siempre han sido las guerras de otros, de los sectores dominantes combatiendo entre si por la disputa de territorios y recursos estratégicos. Pese a toda esa gallardía, vemos que no se exhibe el mismo interés ni la misma entrega cuando se les arrebata lo que en realidad si les pertenece. La ideología que impera alrededor de la propiedad privada sobre los medios de producción está impregnada con tanta fuerza, que en los períodos de ascenso revolucionario no vemos el mismo ahínco que si vemos en las guerras. El nacionalismo es una ideología que fomenta el apego, la pertenencia... el amor en los explotados hacia quienes les oprimen. Fomenta el odio hacia quienes están en su misma condición de explotados, tan solo separados por una frontera. Sobre este punto, León Trotsky expresó que "el patriotismo es la principal parte de la ideología mediante la cual la burguesía envenena la conciencia de clase de los oprimidos y paraliza su voluntad revolucionaria, porque patriotismo significa sujeción del proletariado a la nación, tras la cual está la burguesía". Las clases explotadas deben romper ese cordón umbilical llamado nacionalismo. Deben forjar continuamente con las clases explotadas del mundo en pro de su liberación. La unidad en la lucha y la interacción hará posible que se cree entre ellas un caracter social común, dará una mayor cohesión y una mayor fuerza en la lucha contra la explotación. Las clases dominantes, a través de sus Estados, han creado instituciones de caracter internacional para dirimir sus conflictos y luchar unidos cuando sus intereses de clase se ven amenazados, como claramente el caso de Cuba lo puede ilustrar. Las clases explotadas necesitan urgentemente su equivalente, a fin de enfrentarse unidas contra la unidad de los capitalistas. La internacional ha sido, es y será una necesidad; sólo luchando unidos se podrá romper las ataduras del nacionalismo y se logrará avanzar hacia un mundo sin explotación. Cerraré parafraseando una canción del músico y compositor Mario de Mezapa: esa patria no es tuya hombre, también es de tu patrón.
Una respuesta a «A propósito del 15 de septiembre: sobre la cuestión nacional.»
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Considero que el patriotismo como tal es un concepto que trasciende más del hecho de una fecha para desfilar o una falta a clases por un partido de su selección, que eso de la identidad nacional es un patrón cultural que habilmente ha sido reducido y manipulado por los gobernantes a un tratado de limitación, sacrificio consciente y constante de un pueblo determinado para su gobierno. La única manera tal vez en que un nacionalismo podría considerarse positivo sería si fucionace organizadamente para impedir la imposición sistemática que nos ofrecen los grupos poderosos locales y extranjeros. Pero esto no funciona así, el sentimentalismo que acompaña al termino de patriotas no es más que otra herramienta de esclavización y que la verdad siempre ha funcionado de maravilla, lástima que los patriotas no son capaces de verlo y comprenderlo, que no poseen nada. Entonces como tal, el patriotismo ha servido para hacer todo lo contrario, vender, ultrajar y aniquilar pueblos claramente para el beneficio de unos pocos!! como decía caricaturista Chumy Chumez en uno de sus dibujos: Yo sólo le debo a mi Patria, mi Anti-Patriotismo!